Y eso que, tal como explicó Eloy Álvarez Pelegry, del Instituto Vasco de Competitividad, «los mercados son eficientes, aunque hay que distinguir entre los mercados a corto plazo o mayores». Pero el precio de la factura energética no sólo se paga en función del mercado. En cada recibe aparecen los denominados peajes, donde se repercute el coste tanto de infraestructuras energéticas como determinadas primas y que, recordó Eloy Álvarez, terminan contribuyendo a que «la factura energética sea elevada».
«La factura es alta para las familias, pero también extraordinariamente costosa para las empresas», remarcó María Teresa Estevan Bolea, decana del Colegio de Ingenieros Industriales de Madrid. «Entre el 40 y el 60% del recibo son impuestos, no los podemos sostener», afirmó, «la industria básica de Asturias no puede pagar esos costes».
Incluso la ingeniera recordó alguno de los nombres y apellidos de los responsables del incremento de la factura energética, como los 9.500 millones de euros que, en 2013, se destinaron para pagar las primas a las energías renovables; cifra que, en 2014, será de 7.200 millones. «No podemos seguir así, sobre todo la industria», concluyó Estevan.
El ingeniero industrial y economista Juan Avilés Trigueros también censuró las subvenciones a las renovables. «No se pueden subvencionar a priori grandes proyectos. Se deben apoyar aquellas instalaciones pre-industriales o que están en una fase experimental», aseveró.
Una de las posibilidades para reducir esa parte de la factura energética es trasladar esos costes a los Presupuestos Generales del Estado, tal como planteó Álvarez Pelegry.
Es una solución que, como recordó María Teresa Estevan, ya utilizó Alemania sin tener problemas con la Comisión Europea, «porque está totalmente al servicio de Alemania, y eso no puede ser». Con todo, Estevan Bolea advirtió de los riesgos que implica el interés de la Comisión Europea por asumir las competencias en políticas energéticas. «No tiene competencias y las quiera abordar. Para ello utiliza unas legislaciones disparatadas en Medio Ambiente, que no se cumplen, y de Competencia, que tampoco se cumplen. A ver si ponemos un poco de orden en la UE».
Su propuesta para ordenar la situación pasa por una reforma «total» de la Ley del Sector Eléctrico, «que es ingeniería financiera, cuando la electricidad es tecnología y técnica. Esos parches son los que hay que cambiar». De esa manera, «la industria vería que se rebaja su factura energética, aunque, tal vez, los particulares no».
La creación de un hipotético mercado europeo de energía podría aportar una vía para mejorar precios. «El reto, más que en la electricidad, se encuentra en los mercados de gas», comentó Álvarez Pelegry. La solución a los peajes energéticos no implicará una rebaja del recibo de la luz. Y es que las fuentes energéticas son cada vez más escasas, lo que, en un mercado eficiente, implicará un alza en los precios.
El fin del petróleo
Juan Avilés Trigueros apuntó que las reservas de petróleo, «con los datos serios que se publican», oscilan entre 40 y 50 años; el gas para 50 o 60 años. Y aún existe capacidad carbonífera para 100 ó 120 años. «Puede haber yacimientos silenciados, pero no creo que superen el 10%», asegura.
Así pues, toca buscar una respuesta donde, en opinión de Juan Avilés, no aparecen las energías renovables. «Su capacidad de producción no cubre la demanda; hay que contar con la energía nuclear», avanza. «Las energías renovables están en una fase muy primaria respecto a las demás. Necesitan tecnología. Las eólicas, con sus mástiles, ¿cómo haremos: más altas para tener hélices más grandes y generar más? Pero al final costará más la instalación que lo que produce. Y las solares deben resolver los problemas de concentración de rayos ultravioleta, infrarrojos, en las grandes instalaciones», plantea.
La escasez de los combustibles provocará tensiones geopolíticas en el mundo. «La selección de los suministros será una realidad. En 2030 comenzarán los problemas. Antes de ese año, necesitamos tener una energía sostenible, limpia y barata. Hoy por hoy, sólo lo da la energía nuclear». Ante este futuro, Avilés reclama un «nuevo plan energético, serio».